Hace una semana concluyó el culebrón turco “Las mil y una noches” a través de Ecuavisa, y quise notar ciertos mensajes que, personalmente considero, emitía esta novela. Al mismo tiempo quería destacar aquellos elementos que me engancharon a esta producción y es por ahí que voy a empezar.
Los recursos narrativos de los que echaba mano la producción de “Las mil y una noches” no le pedían nada a una buena producción cinematográfica. Narraciones en paralelo muy bien trabajadas, como en aquel capítulo en que el protagonista se lo consideró muerto por un accidente aéreo. El uso de una diversidad de planos, con el primerísimo primer plano a labios y ojos en determinadas escenas fue memorable. La construcción de los personajes, perfectamente imperfectos y con interesantes evoluciones e involuciones dentro de la trama, los paisajes que hacían buena publicidad turística, y la incorporación de textos poéticos de la obra literaria que dio el nombre a la novela, son los elementos que puedo destacar y que me engancharon para seguirla a diario.
Hay que mencionar que el género televisivo de la telenovela nació en Latinoamérica y desde se expandió al mundo, y su principal función siempre fue (y será) la promoción de instituciones sociales tradicionales a través de la escenificación de conflictos cotidianos que inician en la pérdida de valores y concluyen en su reivindicación.
Así instituciones como el matrimonio, la religión y el capital siempre estarán presentes en las novelas recordándonos por qué el mundo es mejor con ellas que sin ellas. “Las mil y una noches” no se escapa de esto, pero si llamó mucho mi atención cómo ofreció cuantiosos escenarios en los que se ejerce la violencia machista y se la siente como tal, este tema fue, tal vez el eje narrativo de la novela. Escenarios como el maltrato físico, psicológico, patrimonial y cómo esto nos afecta como mujeres.
La producción puso en evidencia a la sociedad turca como altamente machista y patriarcal, aunque las mujeres tienen espacios de desenvolvimiento económico, profesional y social, están en clara desventaja con los hombres. Con este antecedente dejaré algunas expresiones con las que quiero resumir los mensajes de que nos ofreció la historia de Onur y Sherazade.
- La comunicación hace un matrimonio duradero: El único matrimonio ejemplar en la novela fue el de Burhan y Nadide, una pareja que a pesar de la edad y los largos años de matrimonio conversaban y muchas de las decisiones se tomaban juntos, de hecho las decisiones unilaterales tuvieron sus consecuencias.
- La consumo y ejercicio de la prostitución es inmoral pero todo el mundo lo hace: El conflicto inicial de la novela es el de una madre prostituyéndose para salvar la vida de su hijo, el resto de la trama se la pasa ocultando su vergüenza, pero Turquía es centro de explotación sexual por trata, se mostró también el consumo de prostitución para alta sociedad, entre otros tipos. Esto lleva al siguiente mensaje.
- El origen de la prostitución es la miseria (económica y humana): Durante la trama fueron varias las mujeres que ejercieron, aunque sea por una vez, la prostitución y todas lo hicieron cuando cayeron en miseria económica y fue cuando entró en escena la miseria humana de sus consumidores que aprovecharon de esa situación.
- La dependencia económica trae infelicidad, sobre todo si eres mujer: El personaje que representa este mensaje es Füsün, sin capacidad de decisión y sin economía propia disfrutaba de una vida acomodada que la hacía infeliz, no por inconformismo, sino porque no le permitía ningún tipo de desarrollo. Ella fue víctima de todo tipo de violencia y la evolución fue el de una mujer inicialmente empoderada.
- Las mujeres queremos tomar decisiones: Onur es la personificación del macho alfa, eso no le impidió varios problemas con su pareja Sherazade por no tratarla como tal, como pareja, y no compartir las decisiones sobre la economía, el hogar y la vida en sí.
- El cuerpo de la mujer es el territorio en disputa: Si bien esta frase bien puede sacarse de las consignas feministas, pero durante toda la novela ocurren situaciones en las que el cuerpo de la mujer, por ser mujer, está en juego sea como mercancía, como castigo, como trofeo. Uno de esos es cuando Miriban es secuestrada por una deuda de su hermano y es torturada, cuando Ali Kemal convence a su prima de intimar con él y termina casado con ella, cuando Selim intenta violar a Füsün y así de interminables sucesos que son muy similares a lo que a diario vive la mujer en el mundo.
Desconozco si todo el público reconoció esta basta descripción de la violencia machista, lo que también hay que indicar es que no la critica, sino que la muestra muy naturalizada, así que tampoco sé si los guionistas si quiera se lo propusieron. Invito entonces a que pongamos más atención a aquellos mensajes y seas más críticos porque por muy turca que sea la novela, a mi me recordó mucho a nuestra propia sociedad.
¿Te enseñó algo más a ti?